Voy a murmurarte al oído
cómo veo cada amanecer
hasta que recorra
cada una de las carreteras
cerradas al tráfico.
Llegando al único paradero
donde te susurre vida.
Voy a hablar entre dientes
cuando falte energía
y tenga que dar un golpe en la mesa
para poner el punto
donde todo comienza.
Otra vez. Desde aquí
subiré el volumen
a los gritos,
que se retienen,
confusos y aturdidos
por la desorientación repentina.
Hasta que se sitúen y salgan
al libre albedrío.
Voy a querer ser
como una brisa
que sople
y produzca el silbido
en ti.
Ese que despierte
al hablarte en voz baja
y se convierta
en un explosivo energético.
Y siga susurrando vida.

Gema Albornoz

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