Besos de pestañas

La gran batalla
comienza cada mañana
entre el primer rayo del sol
y tus ojos.
Cuando los dos astros rivalizan
por tener primero su atención
frente al aleteo nervioso
de mis pestañas.
Permaneciste tumbada
hasta que el colchón
te empujó hacia mí.
Los muelles se adormecieron
entonces
haciéndose los blandos,
enternecidos por esa inesperada
escena.
Me hundí en tus ojos.
Ellos me acogieron
en su azabache profundidad.
Me precipité a ellos.
Me lancé al otro lado de su espejo.
Me despedí con fuerza en un parpadeo
y al otro, despegué para recoger
el beso de tus pestañas.