La siguiente línea

Sin adivinar el desastre
del poema leído superficialmente
en el que los ojos resbalan como gotas de lluvia,
sin calar,
sin traspasar más allá.
Sin intuir las curvas de esas líneas de aire
insuflado dando vida al espacio vacío
ahora tan lleno de ti.
Sin prestar atención
puesto que es preferible concentrarse en no caer al resbalar
y no asfixiarse por ese exceso de vida tuyo.
Es una sensación similar a la de pasear
sobre un tapiz de líneas y cuchillas.
Donde las líneas siempre están ya escritas por ti.
Me toca quitar, cuidadosamente,
las más afiladas láminas
con las que acabo siempre cortándome,
por algún lado.
Sabiendo que esa cicatriz será la siguiente línea
que quede escrita por mí.