
Las secuencias
—fronteras de lo políticamente correcto
que nos separaban—
tenían un matiz alterno
entre el frío y el calor
— de sol, espiga y deseo —
siempre dispuestas a su propia diversión.
Formaban el puente
facilitando el paso
sobre las correntías,
tras aquella primera limpieza
de rastrojos y raíces
mal situadas.
Contamos con nuestra guirnalda natural.
Un esqueleto de finos huesos de madera.
Una corona oval decorada con borla de sangre madura.
Atraviesa la corona,
el esqueleto,
la guirnalda,
el puente
y las secuencias
en cada encuentro
contigo.
Gema Albornoz
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