A mis sobrinos y sobrinas
Una pequeña cicatriz nos hermana.
En vuestros ojos se hallan todas las
llaves del laberinto de mi propio iris.
Y son de seguridad y sin candado.
Cada noche una luciérnaga reposa
en la punta de vuestra nariz para
llevarse la luz.
Y cada mañana un río de preguntas
fluye hacia el mar de vuestras bocas.
A veces, en marea baja me resisto,
otras, en marea alta me dejo llevar.
El color y la forma de vuestros cabellos
se me enreda en las manos. Enhilo una
madeja que siempre acaba fromando
un tapiz familiar de una foto antigua.
Una foto vieja de ese álbum que no abría,
se abre de par en par, al miraros:
recuerdo de lo que soy.
Agasajo de manos: cúmulos, cirros, estratos.