Se puede divisar la niebla
desde aquí.

Al aire libre llego
de buena mañana.

Atravesar esa nube nieve de polvo
por la zona más baja

de la ruta,

de esos minutos centrales del día,

del tropezón que hace alternar a contrapié,

de esa venda blanquecina extendida que se expande atmosférica

y rodea tu rostro,

de la figura fingiendo ser en la lejanía,

de ese fantasma de agua transparente rozando piel

como si quisiera engendrar una nueva leyenda.

Amanezco en un valle
guarecido forestalmente.

Tomo la salida del sol
a guiño diario.

Y vago por la colina,
mirando desde arriba,
a todos lados,

buscándote

entre mis desvíos,

mis minutos,

mis tropiezos.

Desvisto mis ojos de venda.
Perfilo tu silueta
y te nombro leyenda blanca

de cualquiera de mis rutas.

 

Gema Albornoz

 

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