Paladín

«Voy a prenderte fuego
en este infierno de llamas congeladas
solo para ver, mi amor,
quién de las dos se consume antes».

«La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida»
Elvira Sastre

Adoctriné a mi boca
a comer y beber
sin sal ni azúcar.
Como Alejandra Pizarnik
aún temo esos sorbos de café
—matutinos—
en los que apareces,
de nuevo.
Pienso en ti
y en ese revestimiento de agua miel
—costra dura y molesta.
Ocultadora de tu esencia amargamiel
—problemática, venenosa y narcótica.
«Para ser libre con ella como yo la he creado»,
me repito, convincente, mientras leo
frases en las que me quedé atascada.
Por culpa de esos tallos trepadores
tuyos que me alcanzan.
Por culpa de ese café
que al enfriarse
dibuja en su fondo
tu silueta.
Por culpa de esta boca
—paladín—
habituada a Hades
y a esa suciedad
—posos y granzas—
en la que chapoteo
cuando tú das la vuelta
para encender la llama.