Un leve ruido
—aún no logro identificar
de dónde viene—
parte mi atención
en dos.
Palabras vestidas
en frases —sin sentido—
se acercan y se alejan
con un zoom del que mi mente
no presiona botón alguno.
Unos garabatos
al borde de la hoja
señalan el camino.
Llevándome a través
de un túnel, atravesando
mis propios pensamientos.
Quedan cerca de los cerros de Úbeda
hasta llegar a Babia.
Y allí me quedo
—cinco minutos más—
en esta atmósfera musical.

Gema Albornoz

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