Sin ese camino
no habría encontrado
aquello perdido.
Divagando por él
encontré de mí
hasta moldearme
con su ruta.
Hasta ser dos
en compañía —pensando
y viendo el doble de una pieza.
Sin esa montaña
de libros por leer
no sabría calcular
aquello por reorganizar
en conjuntos de ideas.
No sabría hablar
expresando —a frases sueltas.
Porque ya aprendí
a escribir sin que nadie
me enseñase a escribirte.
Y mientras sepa
de otros caminos
que desembocan en montañas
de páginas seguiré
atravesándolos a la deriva.

Gema Albornoz

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