Querida mar que alcanzas el horizonte, dime si rozaste el futuro.
Si te convertiste, alguna vez, durante tus ciclos eternos de vida, en lluvia, para regar todas las flores de los valles o sólo aquella flor que florece cada mil años.
El agua lleva a las costas todos los nombres de quienes ama.
¿Cómo se nombran? ¿Cómo se reconocen?
¿En cada ola guardas su perfume y el recuerdo de su tacto?
Ábrete al milagro y afloja tu fuerza al romper contra los acantilados.
Los ojos que te miran recordarán sus vidas pasadas y mojarán sus labios de sal.