El gato en el jardín
se regodea atravesando el rosal.
Ajeno a espinas y pétalos arrolla su cuerpo
como un bicho bola, una cochinilla que busca
los lugares de sombra, los más oscuros y húmedos.
El felino puede respirar aunque sus garras no están
en contacto con la humedad y no tengan siete pares
de patas. Conoce bien el arte de vivir por siete.
Una nube blanca y otra negra cayeron sobre él
cuando nació. Ahora camina bautizado de polvo
atmosférico. No se observa a simple vista, pero
el ocaso lo vigila y cuenta sus horas entre las flores,
hasta volver a aparecer. Por si le lleva a la luna
una rosa y la conquista con un par de juegos
de ronroneos y pilla-pilla.
2 comentarios sobre “El gato del jardín”
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Las imágenes, magníficas.
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Gracias, como siempre. 😊🎈🎈🎈🎈
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