Corren como locas
hasta el agujero.
Encuentran un lugar
en el que yacer.
Las hormigas
—como rumores—
duermen cobijadas
en un rincón.
Se alimentan de cada
minuto que pasa.
Beben propósitos.
Y crecen hasta cambiar
de especie, aunque esto último
no esté científicamente probado
en cada una de ellas.
No hay forma posible
de encerrarlas,
puesto que son tan escurridizas
como si vistiesen escamas
y calzasen escaramuzas.