Desde tu calle a la mía
un par de pasos de cebra
dan paso a los peatones,
no hay semáforos y hay más
de diez esquinas por las que
bordear. Desde tu puerta a la mía,
caen más de cien gotas de lluvia,
mientras diluvia, como ahora. Cuando
caen se convierten en los jugos frescos
de los jazmines. Cualquiera querría posar
su boca sobre ellos, para saborear su almíbar.
Cualquiera, de no conocerte, primero.