Bellis perennis ventus

Los suspiros del viento aterrizan
sobre algunas hojas. No todas sienten
el temblor, pero la margarita se agita
ante el escalofrío. Y sin embargo, está
preparada para las heladas. Eriza su tallo
floral. Y nadie las tachará de vulgar.
Cándidas, cultivadas y perennes se quedan
en las vasijas, esperando otro final.
Sus ojos se abren de día y se cierran
cuando te vas. Hasta que tú —o el viento—
anheles cualquier otra divinidad.

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