Páginas
Un prado blanco de flores aguarda en la siguiente página. Acechan el vuelo de un diente de león. Las nubes cambiarán de dirección y con ellas, las hojas de mañana.
Un prado blanco de flores aguarda en la siguiente página. Acechan el vuelo de un diente de león. Las nubes cambiarán de dirección y con ellas, las hojas de mañana.
Rescato una imagen de terraza. Allí el sol es mandarinay las hojas de la mesa despiden olor a jazmín y café. Las nubes se acercan en ramillete. La imagen vienecomo recuerdo, me coge de la manoy me lleva hasta ti, en la terraza.
¿Quién seguirá los pasos del árbol? ¿Será suficiente permanecer horas bajo su sombra para habitar en su refugio? Vendrá el viento, querrá llevarlo y no podrá coger de la mano sus raíces. Balbucearán sus hojas más pequeñas y verdes. Ninguna caerá al suelo hasta llegado el momento. Cuando la hora marrón cace sus picos y… Leer más Otoño a sangre fría
Los suspiros del viento aterrizan sobre algunas hojas. No todas sienten el temblor, pero la margarita se agita ante el escalofrío. Y sin embargo, está preparada para las heladas. Eriza su tallo floral. Y nadie las tachará de vulgar. Cándidas, cultivadas y perennes se quedan en las vasijas, esperando otro final. Sus ojos se abren… Leer más Bellis perennis ventus
Heme aquí. Al otro lado, desde donde sostengo la rama, frente a unas hojas. Tiritan. ¿Será de frío? Están desnudas. Tiritan. ¿Será de miedo? Algunos árboles, a su lado, presumen orgullosos de sus ropajes, frondosos y exuberantes. En esta época, densos alardean de su follaje. Otros, carecen de espesura. No tupidos por el verde, pero… Leer más Hojas que caen
Secar tus flores entre mis páginas. Guardar con ellas los sentimientos y parecer infantil cada vez que las miro y las cuelgo al viento. Jugar a turnos las palabras. Esas que llegaron tarde o que vinieron descalzas. Tus flores secas, secas, entre mis marras.
Los árboles desnudos se tomaron un respiro este año. Una queja por su hogar y alimento bajo sus ramas como sombra.
Los jugos de otoño por el suelo. Un tapiz ocre, glauco y dorado sobre el que detener los ojos y el paso del tiempo. Delimitar figuras aceitunadas en el mientras tanto. Divagar en el bostezo de un tiempo irrefrenable ante los ojos de quien no se asombra de mirar al suelo mientras camina.
Vienes y tocas besos en cada hoja tentada al viento. Llegas con una historia en cada banco, donde nadie espera y del que todos hablan. Vienes. Llegas. Cargas los rostros ocultos del mañana que no llegó y que conserva el ayer.
Ser mujer es ser hoja de un árbol que carece de sentido sin ella. Es problemático cuando el fuerte viento sopla y la aparta del camino. ¿Habrá alguien que distinga al hombre de la mujer y no aparte —ni pisotee— a nadie del camino como pedrusco molesto? Ser mujer es ser hoja verde. A pesar… Leer más Ser mujer es ser hoja
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