
Caminé recto.
Toqué mi cara
Sin sentirla mía.
No era la misma de siempre.
Una tela la cubría.
La aparté
y noté tirantez.
Mis ojos
eran dos arañas
de luz.
Seguí caminando recto,
por una ceja gris
—cabo de tierra
que se adentraba al mar
acompañándome
en el sueño
y en mi camino.
Hasta una profundidad
que nunca me atreví
a adentrarme.
Gema Albornoz
Esta obra de Gema Albornoz está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://emocionesencadenadas.com/.
Debe estar conectado para enviar un comentario.