
Cada copo que caía sobre mi piel
era una gélida caricia
a la que no quería poner fin.
Mi cuerpo temblaba rítmicamente,
de forma involuntaria.
Me uní a la danza de los pinos
cargados de nieve,
bailando bajo la lluvia
que había madurado
y se había hecho más fría.
Mis ojos estaban cargados
de pequeños montones blancos
y de vez en cuando, al pestañear,
caía una estampida de nieve,
hasta mis zapatos.
Me impedía llegar a la cabaña
en la que me estabas esperando.
Caía la nieve sin pausa
y yo seguía temblando.
Gema Albornoz
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Basada en una obra en https://emocionesencadenadas.wordpress.com/.
Bravo 👏👏👏👏 una oda al invierno
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😁😁😁
Muchas gracias.
¡Cómo me alegro que te guste!
Mañana quizás sea a la primavera. 😉
Un abrazo.
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Y acá el verano aún tiene para largo aunque debería empezar este 21 el otoño.
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Esa foto me la enviaron hoy donde vivo aunque llueve no hace tantísimo frío. 🙂
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Me encanta la nieve, lástima que lleve años sin verla! Un abrazo!
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La verdad es que la he visto muy poco, me la mandaron en exclusiva. Jajaja.
Un abrazo, Aida.
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Está bien, sobre todo para estos días de frío! Hace pensar en esa cabaña, Un saludo!
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Esa cabaña fue lo primero que vi cuando me enviaron la foto. 🙂
Un saludo.
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¡Bravo, Gema! Precioso.
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Gracias por la visita.
Un abrazo fuerte, Isabel.
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