Los jugos de otoño
por el suelo.
Un tapiz ocre,
glauco y dorado
sobre el que detener
los ojos y el paso
del tiempo.
Delimitar figuras
aceitunadas
en el mientras tanto.
Divagar en el bostezo
de un tiempo irrefrenable
ante los ojos de quien no
se asombra de mirar al
suelo mientras camina.