
El cubo de Angelitas
termina siendo una espiral.
Pincel en mano trazó lo conocido
y lo que no se logrará olvidar.
Quien tome lumbre
que la pase en relevo
y se reflejará a un tercio del infierno.
Al borde, al borde, al borde.
A un tercio del infierno.
Otros se encargarán de repartir
las nubes, las campanadas;
las travesías, las estancias;
la cosecha, la siembra;
las hojas verdes, las hojas secas;
las casas cerradas, las ventanas abiertas;
los portales, las alcobas;
los juegos amistosos, los torneos de infancia.
Nace el tren
donde crece la planta.
Dará tanto giros
como manos llenas de pintura,
Angelitas, hasta su última vuelta.
Debe estar conectado para enviar un comentario.