Te espero,
desesperadamente.
Así, como lo hice
al descolgar llamadas
con números desconocidos.
O como cada vez
que pasaba por tu lado,
desapercibidamente,
contaba los pasos desde tu puerta
a mi ventana.
Con afán del perseguidor,
acechando a una presa
en su momento de reposo.
Perfuma mis salas a flor de Loto,
su aroma. Aroma de mis sueños.
Te espero,
desesperadamente,
a que te cumplas.
No serás mi fin,
ni mi maldición,
ni el sueño por cumplir,
sino la tentación de mi destino.
Gema Albornoz
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