Sobre las nubes
se escribió una leyenda
sobre el poema flotante
con sus versos devastados.
Me detuve
a admirar las ruinas.
Rozaban mi piel
y llegaban,
a trozos,
hasta mi alma.
Al cabo de un rato
tenía un repertorio de piezas
para edificar un castillo
y mantenerme construyendo
con letras,
aquello que al no decir
y acumular,
se echó a volar.
Allí,
surcando los cielos,
siguen despejándose
mientras los aprecio
desde el suelo.

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