
Mío era el dedo acusador
que te señaló.
Primero como misterio
después como algo aterrador.
Mío era el frío.
Habitaba como redentor.
Después tú y el calor.
Avivando las brasas de amor.
robando y sumando grados
para compartirlos entre dos.
Mío era el derecho a la devolución.
A pedir prestadas palabras
de otros labios,
para nombrarte
sin provocar rayo alguno
desde mi voz a tu voz.
Míos eran los dedos
para contar al derecho y al revés
las veces «que puedes contar conmigo».
Míos eran los ojos que devoraban
la luz de la luna y
las sombras de las siluetas.
Mío era el oído
para escuchar vibrar
en el tono perfecto:
tu voz.
Gema Albornoz
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Basada en una obra en https://emocionesencadenadas.com/.
Rizando el rizo al día de hoy. Mil gracias. 😁🎈🎈🎈🎈🎈🎈🎈
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