Mientras el odio balancee a la razón,
habrá lugares donde la amenaza retumbe
en las plazas y lucha de ser. Y ser.
Habrá lugares donde un Samuel cualquiera
tenga rostro, gestos y apellidos. Y muera a manos
de aquellos que de pequeños hubieran amenazado
con partir(te) la boca si no conseguían el balón.
Mientras el odio embriague a la razón.
Mientras la tarde caiga
y los perros diminutos ladren
y algún gato se tumbe al sol.
Sólo verán pasar las horas
abrazados al aire más asfixiante.
¿Ninguno de ellos se sofocará
cara al sol pasadas las horas?
Al otro lado,
ser no será pecado ni amenaza,
sino orgullo.
😦
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