La raíz del incólume gladiador

Si Modesto me explicase que la vida
es un sueño pavoroso que solo podría
compartir conmigo, no lo creería. Vería
el veneno en sus ojos, cerca de su boca.
Destilado por las cuatro letras de la
palabra amor. Si la vida arriesgase
la espada de Máximo bajo el árbol
y las alas de plata del heredero del
Partenón, no me cubriría con el escudo
dorado, ni cerraría la puerta. Próximo
a la vida, si la vida fuese un sueño,
la puerta abriría. Y entonces, la entrada
sería la vida de paso al sueño. La casa donde
el sueño habita, la raíz del incólume gladiador vigía.

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