Guardaría tantos minutos para ti
—contigo— que el minutero rebosaría
en cascada. Nacerían mitos como pecas,
como estrellas. Como lo hizo el Nacimiento
de Venus, en pleno Mediterráneo. Un mito que
no se puede olvidar. Con temple y virtuoso.
Un mito, símbolo de las estaciones, de los
planetas del Universo y de la hora de espera
en que los minutos caigan y las rosas florezcan.