Era una sombra verde
con los mismos ojos,
con las mismas velas,
con el amor de la Maga.
Cogía el humo entre la lluvia,
las gotas se marcaban entre los dedos
y volvía al capítulo dieciocho.
La página siguiente te ordenaba
retroceder, dos saltos atrás,
uno arriba.
No hay victoria fácil
si el esfuerzo es un fantoche disfrazado.
Un verso mal medido.
Un verso mal ceñido
al que ato los cordones de unos zapatos
que le quedan grandes. Es un juego.
En el juego salta y quedan atrás.
Los zapatos y los versos.
Una epifanía sin sentido ni orden
en la que la Maga salta a pata coja
cuatro espacios con la piedra en la mano
y la lanza al último número.
Acaba
siendo el primero.
El día empieza con un buen poema en la mano.
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Muchísimas gracias.
Un placer para mí que lo hayas disfrutado.
Saludos. 🙂
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