Prométeme que el tiempo
no añadirá pasos entre tú
y yo, dijiste. Como si no
supieses cuánto pesa el
dolor que no se rumia,
la coronada espera
o los pasos que no se dan.
Como si no supieses que no
es el tiempo quien lo provoca,
sino quien juega con los
minutos, apostándolos tras
una mano. Antes de que acabe
la primera vuelta. Antes de que
hagas la apuesta más alta jamás y
seas la próxima vez de alguien más.