Si la tierra no mirase arriba
nunca se daría cuenta del clamor
del cielo y de su bendición cuando
este lacrimea desconsoladamente.
Si el cielo no fuese tan profundo
¿dónde enviaría su tormenta de besos?
¿Dónde caerían? ¿Caerían antes de mañana?
¿Perderían su rumbo antes de rozar
el espacio entre cualquiera de los cuerpos
que florecen en la mañana?
¿Perderían su rumbo antes de acariciar
el hueco entre cualquiera de los pétalos
que despiertan al mirar el ocaso romper?
Si ambas no estuviesen enfrentadas,
¿se mirarían una a la otra?
Quizás lo que las enfrenta no las hace
ni enemigas ni lo opuesto,
sino todo lo contrario.
Gema Albornoz

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