El invierno pesa

Una gota tiñe el gesto
de mi cara. Busco la lluvia,
miro por la ventana. Alejada
de aquello que mantiene la confusión
en mi boca. Una pájaro ronda
mi ventana. Salta en la reja del balcón.
Por encima de los árboles se escuchan voces.
Algunas se lamentan, otras buscan, incluso hay
algunas que cantan. Una orquesta de conversaciones
cruzadas y descoordinadas. Me doy la vuelta,
un momento, y escaneo la habitación:
la cama fría, la taza de café vacía,
hojas por todas partes y una imagen
sonriente tras un cristal. Gota a gota
se humedecen mis mejillas. Miro fuera,
la lluvia alivia la sed de la tierra y reduce
mi hambre de melancolía. El invierno pesa.
Estoy triste y vivo otros dos mil quinientos
cincuenta y cinco días, viva. Grito para contarlo.

Gema Albornoz

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Basada en una obra en https://emocionesencadenadas.com.

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