Tengo que preguntarte
sobre tu temperatura corporal
o sobre tu dolor de cabeza,
para no mirar por la ventana
y ver qué nos depara el día.
Acabo asomada, mirando el reflejo
de los charcos y las ondas de las gotas
que caen —círculos infinitos—
desde la rama temblorosa del árbol.
Una a una, ellas me hipnotizan.
Hipnotizan mi deseo
y quiero extinguirme como ella:
caer provocando una expansión de energía
imitadora de mi cuerpo y que todo perdure
más de dos segundos.
Gema Albornoz

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Basada en una obra en https://emocionesencadenadas.com.


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