Mirarte a los ojos
—a contraluz—
es abrir esa página de mi diario
releída en los momentos
más luminosos y tétricos.
Aún sigues siendo
una guerra abierta
entre las flores de mi estómago
y los pájaros de mi cabeza.
No hay dónde anidar,
ni dónde estirarse para enredar.
Hace tanto tiempo
que no escribes en mí
dejando tus huellas
—profundas y dolorosas—
que me construí un paraíso de azúcar
con murallas de cristal.
Mirarte a los ojos.
¿Cómo es?
Es abrir la puerta
a una avenida de esfinges
viendo en cada una de ellas
tu rostro.
Reposando en tu cuello,
sintiéndome león.
Sabiendo que somos
entrada
al templo.
Gema Albornoz
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Basada en una obra en https://emocionesencadenadas.com/.


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