
Has intuido las expresiones
de sorpresa
al encontrarse contigo.
Pero te sigues tropezando
cuando caminas
hacia atrás.
Si lo haces,
como siempre,
con la mirada perdida en el cielo.
Has leído alguna página
sobre el dolor y el tiempo.
Pero te siguen entristeciendo
las ruinas que todo el mundo
posee cerca —o lejos—
y nadie quiere visitar.
Te llegarán por la espalda
rozándote con el borde
algunos de los escombros.
Si acercas una silla
al filo,
buscando aire fresco
y cómo dormir sin calor
con todos los trucos en la mano.
Estarán al lado de las plumas de tu almohada.
Estarán conversando entre ellos.
En las noches que quedan de verano.
Mientras tú dejes asiento libre
en el mismo rebate.
Gema Albornoz
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Basada en una obra en https://emocionesencadenadas.com/.
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