Pequeña
que miras desde tu cuna.
No interrumpas.
Te estoy idealizando ahora.
Un poco.
Como todos los demás hacen.
Esta noche
te contaré historias
para que puedas descansar.
Para que mires abajo
y respires aliviada.
Saliendo del puesto de mando
y soltando el timón de la conciencia.
Tira los sacos de acusaciones
que hayan venido rotos de fábrica
y por los que se vayan rociando
todas las palabras que se dijeron en vano.
Tira los globos de ausencias
que hayan llegado hasta ti,
en cada noche de insomnio,
con olores de tinta y papel.
Tira por la borda los vasos
que se llenan hasta el borde
y que se vacían poco a poco.
Cuando te sacudes la cabeza
y rocías todo de agua.
Suelta los reflejos de nostalgia
Que se hayan elevado al verte,
que se queden prendados
de cómo resplandeces
aunque no te llames Luna Llena
por unos días.
Suelta también las agujas
que estén enganchadas
en la primera esquina sin salida de un laberinto.
Sometiéndose a su propia encrucijada.
Sin querer salir.
Amarra la suerte alrededor de ti
e irradia tú su aroma.
Repartiéndolo.
Repartiendo el arte, el sueño y el aullido.
Dispersándolos por las ventanas.
Amarra las ganas de ser más grande,
más alta y gigante.
Amarra las ganas de llegar al suelo,
de ser más fuerte.
Cuando te cuente
que aún brillan miles de ojos
al mirar y verte,
pequeña.
Pequeña que miras desde tu cuna. No interrumpas. Te estoy idealizando ahora. Un poco. Como todos los demás hacen. Esta noche te contaré historias para que puedas descansar. Para que mires abajo y respires aliviada. Saliendo del puesto de mando y soltando el timón de la conciencia. Tira los sacos de acusaciones que hayan […]
a través de Pequeña (Cuarta experiencia LPNM) — LA POESÍA NO MUERDE