El primer fuego se encendió
y guardó todos los saberes
del mundo en su llama.
Cuando la mano alcanzó
su flama, fue esperanza
y cura para todo mal.
Por cada gota de agua
sobre ella, se borraba
una señal hasta su origen.
No hubo nadie que llegase
a ella sin tatuarse el beso
del fuego y no se desdibujara
con su combustión.