
Sagradas ramas
de divino fruto.
Alguna vez,
ungiste a grandes reyes
para su consagración.
A los pies de los montes
guardas montañas de oro,
el primer mes del segundo sol.
Un tarro de luz golpea
tu corteza y Atenea, de nuevo,
vence en cada hoja.
Encontré un lugar sagrado
entre el impulso y la acción
de un olivar. Entre ellos se hallaba
el olivo centenario y una guirnalda
de secano. A pesar de no
conocer su origen con exactitud,
descubrí de él su historia
y el premio legendario de
vida.
Bonita foto y bonito poema. Yo soy de Jaén, así que me siento identificada con los olivos.
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Y yo tan agradecida como siempre por tus palabras y tu visita. 😊🎈🎈🎈🎈
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