Se cubrió de cielo y tocó las nubes. Sintió la brisa e imaginó el mar en su piel. Se coronó de margaritas y decidió elegir bien. Apostó al blanco por imaginar entre centenares de invenciones: tumbarse, estirarse y recuperar la forma original.
En la primera parte del verano, a ella le cumplen soles las flores en sus cabellos. Hasta cierto punto, se pueden cobijar aves pequeñas ahí. Mientras todos los demás, pasan las cálidas horas queriendo cazar alguna de ellas con sus ojos incrustados en el cielo. Un viento flojo y perezoso. Un cielo despejado y disperso… Leer más Caricias de la brisa nocturna de verano
Antes de que los ciruelos se vistan de borgoña, la mirada desde el balcón se alzará como recompensa. Abrirán las alas las águilas en ofrenda al sol, mientras este arde, como un candil. Entre las aguas se esparcirán las nubes, donde cualquier brisa será una futura ola nublada de razón. Llueve y no son besos.
Un enjambre de hojas anida en mis manos. Cayeron secas y llegaban a mí, saltándose la fila india. Las cargo por un pasillo anaranjado hasta donde el sol se pone y los árboles se sientan para sentir la brisa del momento. Vuelvo siempre al lugar cuando mi piel siente el otoño. Entonces es cuando comienza… Leer más Cuando inverno sin hibernar
Caminas y se levanta la brisa. Miras arriba y caen las hojas rendidas. Pasas y los árboles te hacen su genuflexión. Sonríes y el cielo es una bella escandalera en confusión. Gema Albornoz
Una flor o dos. Para escucharme por dentro, para entregarte mi alma, para que crezca el deseo, para que la brisa mueva una flor o dos. Gema Albornoz Esta obra de Gema Albornoz está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Emociones encadenadas 