Sacudo mis recuerdos infantiles
espolvoreándome de nubes. Un poco,
cada día. No llamo rutina a lo que se
convirtió en calcomanía. Un delgado cromo
de los días de infancia, de palmadas al suelo.
Deseosa por darle la vuelta. Un vuelta con un giro
ágil y rápido, al revés. Un poco, cada día. Un día
y luego es otro. Golpe al suelo, gira. Otro día y otro.
Fueron aquellos, otros días en las calles, que ahora guardan
el azul de una infancia, al alcance de los ecos de la memoria.