Hay una luz distinta
y es como un beso
en los andenes.
Amanece.
El gris despierta
y nos vuelve sombras
a quienes deambulamos
descalzos por la habitación.
No hay tormenta,
ni relámpagos,
ni truenos.
Y si los hubiera
nos dibujaría como caprichos
oscuros,
como estampas aguafuerte,
intentando devorar a otras.
Es decir, como monstruos carroñeros
de monstruos.
Cualquier cambio sería provocación.
Vendrá ella, la tormenta.
Descargará polvo
sobre polvo, piedra y carne.
Desgarrará con brutalidad
lo que ya viva en decadencia.
A grandes bocados morderá
la paz y el sueño
antes de que abras los ojos
y toques
buscando sombra
—hallando magro y piel.
Débil e indefensa.
Mantenga Dios a Vuestra Merced.
Gema Albornoz
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Basada en una obra en https://emocionesencadenadas.com/.


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