Cada noche sus ojos cerraba y alguien le murmuraba al oído. Le susurraba, como un zumbido de abeja, de abejorro o de mosquito. El pensamiento tan loco, tan vacío, tan negro como una noche sin luna; en sus huesos incrustada la locura. Revolviéndose segundo tras segundo, minuto tras minuto, hora tras hora, en su angustia […]
a través de La espera (Imagen encontró poema) — LA POESÍA NO MUERDE