Comienzo a tirar del hilo
y lo hago muy suavemente.
No quiero que se me parta
cuando lo tenga en mi frente.
El hilo se va oscureciendo
cambia de color y forma.
Parece que al final estaré de suerte.
¡Parece que se me acerca!
La bota no está tan vieja.
“Me acercaré a mi emparejada”, dice.
“Encuentro a mi pareja desparejada”, dice la otra.
Toda la tarde estuve esperando
para no salir a pata coja
corriendo y saltando.
Toda la tarde medio descalza
y mirando el hilo desde allí.
Toda la tarde en el sofá
con algo de fiebre y delirando
montando escenas de película soñando
que yo era la protagonista
y las dos botas entre arrumacos.
Leer en Salto al reverso.