Suenan palabras en grupo
dichas en alto y de golpe.
Suenan por pares y en solitario
o en un barullo incongruente.
Suena el llanto de un bebé
y una rueda girando
con pasos coordinados.
Suena una silla que cruje,
un bastón que metal golpea,
un chasquido de dedos
y un bostezo que se rebela.
Suena un taconeo distante
que se hace fuerte y rápido
por instantes.
Suena una puerta que se abre
y todo enmudece.
Mi turno.
Gema Albornoz
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Basada en una obra en https://emocionesencadenadas.wordpress.com/.
A veces “acongoja” estar en esas salas de espera. Lo has descrito muy bien.
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Gracias, Chus.
Imagina, hoy allí esperando, algo tenía que hacer.
No hay mejor forma de distraerme que escribir, sea donde sea. 😀
Un abrazo.
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Otro abrazo, Gema. Te tengo verdadero aprecio.
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También yo.
Finalmente, a los que coincidimos reiteradamente, se les toma cariño. 😀 😀
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Es verdad 😀
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buen poema
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😁 🙂 😀
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Entiendo tan bien lo que expresas, Gema!
Un abrazo.
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Por ahí, mejor ¡estar lo justo! 🙂
Un abrazo.
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A veces una situación simple le da a una mucho que pensar. Te creo, que no sabes la de cosas que me imagino cuando me aburro XD
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XD
Aburrirse no está tan mal, de vez en cuando, pero en una sala de espera es tan habitual que no cuenta como una de esas ocasiones. 😀
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Opino como Chus, lo has descrito genial.
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Esos los buenos ojos con los que me leéis.
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