
Antes de cruzar el túnel
prometí ayudar,
ser solidaria,
cumplir con mi cometido en mi generación,
cumplir con mi deber de aportar algo
al débil,
al enfermo,
al perseguido,
al solitario,
a quienes desesperan.
Antes de cruzar el túnel
prometí
que si me cruzaba con alguien así
le ayudaría.
Pero no había nadie.
¡Qué pena!
Tardé 7 minutos
en recorrer aquel tramo y nada.
El mismo tiempo en el que ves
el vídeo más emotivo del momento.
Y el mismo tiempo en el que lo olvidas.
El mismo tiempo en el que ves
el anuncio del atentado en Berlín.
Y el mismo tiempo en el que lo olvidas.
Tardamos lo mismo en sentir que en olvidar.
Tardamos lo mismo.
Sentimos en instantáneo.
Creemos en la casualidad
cuando viene de frente y con buena cara.
Crucé el tramo
y no había nadie.
Me olvidé de todo.
Al final del túnel
no encontré luz;
la oscuridad estaba allí
en forma de hambre,
de pobreza,
de soledad,
de enfermedad,
de angustia,
pero ninguna me miró a la cara.
O quizás yo no las miré
—crucé el tramo en segundos.
Gema Albornoz
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Basada en una obra en https://emocionesencadenadas.com/.

Excelente, me encanta, Gema. Mejor no lo habrías podido decir. Tal vez pecamos todos de no mirar.
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Miramos, momentáneamente, tanto que se nos pasa el efecto de la misma forma.
Un abrazo. 😊🎈🎈🎈🎈🎈
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Qué triste, no?
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Pues sí. Pero aún así, hay gente que cumple la excepción de toda regla. 😊😘🎈🎈🎈🎈
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