Monté en aquella Aventura

que no sabía comenzar,

me subí por la otra puerta

mientras me escuchaba gritar,

 con voz firme al taxista:

¡Calle Esperanza número uno,

allí es dónde quiero llegar!

Me senté a su lado sorprendida

pensando cómo había pasado

de estar en un pequeño camino

a querer atravesar un barrio,

calle a calle, hueco a hueco

sin cargarme de caprichos.

Y entonces, de nuevo, me encontré

delante de aquella calle,

distinguida calle Esperanza,

la que soñando esperé.

«Sonríe, se muy amable,

generosa y apasionada.

Ponte metas, aunque cortas,

saborea bien tus cosas.

Sigue buscándome cada día,

aunque a veces me esconda.

Sigue buscándome

que cuando yo te sonría

quizás lo haga y

no te digo hasta siete,

mas aun

hasta setenta veces siete .»

Gema Albornoz