Árboles Disparejos
Nada tenía que perder, sentada en aquel banco le daba apaciblemente la espalda, al ocaso. Nada era suyo, nada había ganado. Con su mirada fija en el cielo, que pintaba, despejado. Nada tocaba ese techo que en su cerebro, había plantado. Ninguna hoja caía de aquel árbol del lado, se erguía intolerante, mirando… Leer más Árboles Disparejos
