Drama en cuadros es una exposición conjunta de Rafael Peralbo Cano, Jesús Montoya Herrera y Francisco José Sánchez Montalbán;convergencias plásticas en torno al surrealismo lorquiano basado en la obra teatral El Público de Federico García Lorca. Una exposición lista en el marco de la XI Encuentro de Poesía, Música y Plástica de Puente Genil, Córdoba, de la Asociación Cultural Poética y expuesta durante noviembre y diciembre de 2024 en la sala de exposiciones de la Biblioteca Municipal Ricardo Molina.
Para la ocasión, con la colaboración del Ayuntamiento de Puente Genil, la Fundación Juan Rejano y la Asociación Cultural Poética se ha realizado un libreto editado por Diputación de Córdoba con textos de Gara Pérez y fotografías de las obras. Nos acercamos hoy a las impresiones de Rafael Peralbo Cano, Jesús Montoya y Fco. José Sánchez Montalbán acerca de su obra, el surrealismo lorquiano y este encuentro de poesía en Puente Genil.
RAFAEL PERALBO

Rafael Peralbo Cano es profesor e investigador español, especializado en escultura y fotografía, que trabaja en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Granada. Es Profesor Titular en el Departamento de Escultura, donde imparte asignaturas como Escultura y Tecnologías Cerámicas y Fotografía. Además, combina su docencia con una destacada actividad artística, que incluye exposiciones internacionales y nacionales en diversas disciplinas como escultura, pintura y fotografía.
Su obra ha sido reconocida con numerosos premios y menciones, y ha contribuido con esculturas monumentales y publicaciones académicas en el ámbito de los materiales y las técnicas artísticas.
–¿Cómo surge este proyecto?
Trabajar sobre Lorca y más concretamente sobre la obra surrealista “El público” es algo que comenzó en el homenaje que a Juan Rejano se hizo en Puente Genil el año 2018, con la exposición “El Genil al mar, apasionado”. El grupo de profesores de la facultad de Bellas Artes que participamos ese año en la exposición nos propusimos trabajar sobre “El poeta y su pueblo. Un símbolo Andaluz: Federico García Lorca”, donde Rejano creaba puentes entre la poética de Federico, el símbolo, la muerte y su huella literaria. Esa obra, además, dejaba entrever inequívocos ideales del propio Federico y planteaba visiones que sobre su realidad se manifestaban de forma soslayada en la obra del poeta granadino.
Y a partir de esa propuesta, comencé a trabajar sobre “El público”, una de las obras más personales de Federico que a día de hoy sigue constituyendo un reducto inagotable de interpretaciones y significados autobiográficos. De hecho, desde el año 2019, toda mi obra plástica ha girado en torno al cuestionamiento de la realidad que Lorca explora en “El público”.
–No es tu primera vez aquí, pero ¿qué te ha parecido el homenaje al surrealismo y a la poeta cordobesa Juana Castro en Poética?
Volver a los encuentros poéticos de Puente Genil, cuna de poetas, siempre es un disfrute, máxime cuando en las últimas ediciones han pasado a denominarse encuentros de poesía, música y plástica. Y asistir al homenaje de una de las mejores poetas cordobesas que pusieron en el mapa a las mujeres literatas del momento en la provincia es un lujo difícilmente superable.Creo que no la conocía personalmente (es mucha gente nueva la que conoces cada año en los encuentros poéticos) pero coincidir con ella y con tantas otras poetas en este encuentro netamente femenino pone de manifiesto la necesaria visibilización de las mujeres escritoras que aún, a estas alturas del siglo XXI, resulta necesaria incentivar. Son muchos años los que estos encuentros poéticos llevan en constante labor para llevar también la igualdad el mundo de las letras, pero hoy más que nunca se hace necesario trabajar por ello en medio de estas corrientes tan convulsas.
–Tu obra se llama “Amor y muerte”, el tríptico Éxtasis, de Santa Teresa. Está claro que representa esa parte del amor lorquiano que va más allá de lo convencional. ¿Realmente crees que ese amor alcanza lo espiritual?
Este tríptico forma parte de un conjunto mayor en torno al epígrafe del proyecto plástico que he denominado Transverberación. A partir de la icónica imagen escultórica de Gian Lorenzo Bernini, Transverberación propone una interpretación visual y sensorial de las experiencias de goce místico de Santa Teresa de Ávila, la gran enduendada que diría Federico. Y aunque el amor y la muerte son conceptos inherentes a la escultura de Bernini y a la propia obra de la Santa, para Federico estos conceptos son solo caminos para conseguir el estado de liberación total, tanto en lo físico como en lo espiritual, sobre todo en el contexto de represión en el que le toca vivir. Y esta idea, aunque resulte difícil de entender, ya está presente en la talla barroca, talla que filia a las experiencias místicas y sus fenómenos psicosomáticos a la sexualidad humana, clave de lectura frecuente entre especialistas en psicología, psiquiatría, psicoanálisis y neurología en la actualidad. Como se recoge en el texto del catálogo, para Federico el amor no es meramente una emoción, sino una fuerza avasalladora que consume a los individuos, llevándolos más allá de los límites impuestos por la sociedad y la razón. También Santa Teresa tuvo que enfrentarse a su momento, jugándose su propia vida, al ser acusada incluso por la Santa inquisición al dejarse llevar por esa locura sublime o éxtasis que anulaba su propia voluntad y que la ahogaba en un estado de entrega total y definitiva.
La traducción visual a esa entrega final deriva en la obra Transfixio, que representa a un cisne muerto por una saeta clavada en su costado. Esta obra, que al igual que las Santas Teresas pertenecen a la Serie Auto Sacramental, siguen la tradición clásica de pureza, amor y muerte tan recurrente en el arte y la literatura, y que para Lorca simboliza esa experiencia liminal entre la vida y la muerte que supone el amar de una manera libre, deseo que las estructuras sociales y culturales imposibilitan. Esta “muerte por amor”, lejos de ser una tradición romántica superada en estos tiempos, es algo que transfiere una contemporaneidad inusitada a la obra de Federico. Y es que “El público”, con casi 100 años de historia, se constituye como una obra de ineludible actualidad, en la que se cuestionan la identidad, la sexualidad, la represión y la lucha entre el deseo y las convenciones sociales. No solo es una obra teatral destacada por su contenido y forma, sino que también es una declaración poderosa sobre la libertad artística y la autenticidad personal, lo que consolida a Lorca como uno de los más grandes dramaturgos del siglo XX, vigente plenamente en el XXI.

–Pudimos disfrutar de tu obra el Cisne, únicamente por el libreto. ¿Cómo decides descartar una obra en la exposición?
El hecho de que la obra Transfixio no haya podido presentarse en esta ocasión responde únicamente a una cuestión de intendencia, o lo que es lo mismo, falta de espacio para poder mostrarla como se merece. Cuando Francisco José Sánchez Montalbán, Jesús Montoya Herrera y un servidor planteamos el proyecto de exposición y catálogo, no teníamos conocimiento aún de la participación en la exposición de Víctor Almeda con su magnífica colección fotográfica, así que tuvo que ser la realidad la que pusiese orden a la muestra. Y, tristemente, al cisne tuvimos que re-sacrificarlo.
–Propones un retrato de Lorca, Fugitivo, que se adentra en las complejidades emocionales y psicológicas de sus últimos momentos. ¿Cómo se logra representar esa figura atrapada en el tiempo entre la vida y la muerte?
“Fugitivo” es una de las obras menores de la Serie Homo Sperans que desarrollo dentro de mi proyecto sobre “El público”. Es una colección de dibujos, pinturas y esculturas en torno a la efigie de Lorca en el momento de mayor resignación en toda su vida. El temor a la violencia y la represión manifiesta en “El público” se hace aquí más evidente que nunca, y si bien este “Fugitivo” es una de las piezas de menor tamaño de toda la serie, concentra perfectamente la mirada del que se encuentra entre la vida y la muerte, entre el sufrimiento y la resignación. El rostro parte de una reconstrucción fotográfica personal que se compone de diversas imágenes del rostro de Federico, en una suerte de bricolaje que reconfigura el posible semblante del poeta en esos momentos. Pero a partir de esa reconstrucción fotográfica surgen decenas de dibujos, carboncillos, óleos y esculturas centradas única y exclusivamente en la complejidad emocional y psicológica de Lorca en ese momento final, en conflicto entre las expectativas sociales y su propia fuerza interior.

No resulta fácil, como preguntas, representar esta figura atrapada en el tiempo entre la vida y la muerte: el rostro impasible, la mirada perdida y el gesto, al mismo tiempo sereno y agónico, intentan manifestar esa idea. De hecho, Homo Sperans se traduce como hombre esperando, una acción casi pasiva, atrapada entre el deseo de expresión y la imposibilidad de cumplir su destino artístico. Pero muy relacionado con el esperar está la esperanza, y como se recoge en el catálogo, Lorca es un símbolo de esperanza y resistencia, de un hombre que a pesar de todo nunca dejó de luchar por su derecho a ser quien era.
–En el contexto, los nombres son muy representativos. ¿Son a pesar de todo símbolos de resistencia y ahínco?
Evidentemente. En todo este proyecto, los nombres resultan fundamentales para conocer el cariz de lo que la obra quiere manifestar. Como aclaré anteriormente, esa esperanza manifiesta en la Serie Homo Sperans es levantarse, es construir, es llevar adelante, y por supuesto, es resistencia.
-¿Cuál fue tu enfoque hacia el surrealismo lorquiano al comenzar el proyecto?
Para Lorca, el surrealismo es la herramienta que le permite revelar sus profundidades personales, ahondar en sus contradicciones, eliminar tabúes y desafiar las convenciones sociales. Y como buen surrealista, el poeta recurre en “El público” a infinidad de imágenes y símbolos de significados múltiples y ambiguos que le permiten indagar en su realidad. Y eso, para un artista plástico que trabaja con la imagen y con el volumen, abren un inmenso abanico de referentes figurativos con los que desarrollar una visión personal y libre del proyecto artístico.
De hecho, aunque llevo años trabajando sobre el tema, son muchas las derivas que siguen abiertas y que me permiten seguir resolviendo plásticamente las aspiraciones de Federico. De los seis “cuadros” en que se divide la obra “El público”, el más breve de ellos (que el poeta denomina “Solo del Pastor Bobo”), me ha permitido desarrollar hasta el momento más de 50 obras entre dibujos, pinturas, esculturas y fotografías, con tres exposiciones cerradas en este momento. Quiere esto decir que, con el resto de los cinco cuadros de “El público” con los que estoy ahora trabajando, me van a permitir continuar indefinidamente realizando obras en torno a los múltiples significados que la obra de Lorca propicia. Y el hecho de trabajar siempre bajo estas premisas y estas revisiones, hace que “El público” siga abriéndome infinidad de puertas e inspirándome a buscar nuevas formas de comprender mi propia realidad.

JESÚS MONTOYA
Jesús Montoya es Profesor Titular en el Departamento de Escultura de la Facultad de Departamento de Escultura de Bellas Artes de la Universidad de Granada. Su labor docente se intercambia el papel con el de escultor activo, involucrado en la investigación y la producción artística. Su trabajo se centra en explorar materiales en el arte y los procesos creativos. Nos acercamos a este proyecto conjunto acerca del surrealismo lorquiano.
–Es tu primer año por aquí, ¿qué te ha parecido el encuentro de Poética?
Muy interesante, buen ambiente y un motor cultural importante para el municipio.
- ¿Cómo te sumaste al proyecto?
Si te refieres a la exposición en Puente Genil, por invitación de mi compañero de exposición Francisco José Sánchez Montalbán, con el que, junto al compañero Rafael Peralbo Cano, llevamos trabajando en un proyecto sobre los textos vanguardistas de Lorca durante bastante tiempo. Esta supone la primera parada de un proyecto que va a tener mayor recorrido y que empieza a ver la luz.
- Tu obra se llama Natulareza y máscara y entre otras obras, realizas una Órbita de cabezas. ¿Qué es más real esa constelación de cabezas como símbolos del yo fragmentados o la constelación en los libros de geografía?
En Órbita de cabezas, propongo que el «yo» no es algo fijo o cerrado, sino un conjunto de fragmentos, capas y reflejos, y una evolución continua. Cada cabeza en esta órbita representa una faceta, un estado emocional o un aspecto de lo que somos, dispuestos en una constelación donde cada uno de esos fragmentos participa en la totalidad y se relaciona con las demás. Esta disposición, entonces, no sólo muestra lo cambiante de la identidad, sino también su interconexión con otros “yoes” o símbolos, como si cada uno girara en torno a su propia verdad, pero interconectado en un cosmos común.

- Reflexionas sobre la naturaleza humana y sobre la lucha por revelar lo que está oculto, ¿es necesario adoptar máscaras?
La máscara es una verdad para contar una mentira. Es decir, es un objeto real, que tiene presencia física, pero se utiliza para ocultar lo que está detrás, la máscara es una especie de intermediario, un agente de transición entre la verdad oculta y el mundo exterior. Sobre si es necesario adoptar máscaras, totalmente sí, al menos en ciertos niveles. Si todos nos despojáramos de nuestras máscaras el mundo se iría al garete (más aún). Al menos las máscaras de la educación, la tolerancia, la concordia y el respeto son necesarias. Una cierta hipocresía (máscara) es necesaria para evitar conflictos, una sinceridad absoluta sólo nos llevaría al enfrentamiento continuo con los demás. Ahora bien, en la relación con uno mismo, sí deberíamos prescindir de máscaras (autoengaños) para profundizar en el autoconocimiento.
- ¿Por qué la identidad en tu obra no es algo fijo?
Porque yo no soy un ser fijo. Vamos, ni yo ni nadie. Todos evolucionamos y la obra, por tanto, evoluciona con nosotros. De hecho, el motor de seguir haciendo obra es esa incertidumbre o curiosidad por descubrir hacia dónde evolucionará.
- Utilizas barro, terracota y cerámica, en colores saturados y contrastes dramáticos. ¿Por qué es importante la tensión entre lo visible y lo oculto?
Bueno, el escultor o el artista pone lo visible: la obra tal cual, y es el espectador, cada uno con sus vivencias, experiencias, conocimientos e intuiciones, el que completa el significado de la obra para sí, y siempre es individual y personal. Si la obra es demasiado evidente, corre el riesgo de resultar banal o superficial, y si es demasiado críptica, corre el riesgo de no ser entendida y resultar ajena al espectador. En el punto intermedio está el reto.

- ¿Qué procesos creativos has tenido que superar en tu obra?
Fundamentalmente procesos técnicos, aprender el comportamiento de los materiales y sus límites, descubrir qué se puede hacer y qué no con según qué material, y también asumir a que no me dará tiempo a realizar todas las obras que querría hacer y, por tanto, seleccionar cada vez resulta más importante y difícil.
- ¿Estás satisfecho con el resultado? ¿O estás abierto a seguir explorando con el surrealismo lorquiano?
De hecho, estoy en plena efervescencia, sumergido de pleno y produciendo obra buscando diálogos entre la obra lorquiana y mi propio universo creativo
FRANCISCO JOSÉ SÁNCHEZ MONTALBÁN

–Fco. José, cuéntanos, ¿cómo surge este proyecto conjunto?
Surge por un interés común acerca de la obra de Federico García Lorca, en concreto de sus últimos trabajos donde encontramos mucha influencia de las tendencias surrealistas. De la obra El público, una de las más intrigantes de su trabajo, nos fascina el hecho de cómo el tema y los discursos surrealista le sirven para hablar de su identidad.
-¿Cómo definirías el surrealismo lorquiano y qué lo distingue de otros movimientos surrealistas?
Creo que para García Lorca las estrategias creativas del movimiento surrealista le proporcionan una nueva forma de lenguaje que le posicionan en una realidad y una libertad distinta, en la que se siente muy cómodo y capaz de hablar de temas de los que no hablaría de otra forma.
-¿De qué manera el surrealismo lorquiano ha influido en tu obra?
Mucho, desde luego. De la misma forma que su rico lirismo se carga de imágenes bellísimas y conceptos retóricos, en mis fotografías he perseguido esa misma idea de expresar ideas relacionadas, polisémicas y argumentadas acerca de la personalidad y la identidad personal. La libertad retórica de García Lorca es una gran influencia para la creación fotográfica porque más allá de la realidad, mis imágenes quieren crear pequeñas historias cargadas de subjetividad e interpretación.

–En tu opinión, ¿qué papel juega la fotografía en la interpretación y representación del surrealismo en el arte contemporáneo?
Evidentemente mucho, porque en el arte contemporáneo la realidad sólo materia de interpretación, un elemento con el que expresar cosas que están en el imaginario del artista. De esta forma, la aparente realidad de lo fotográfico no es más que un espejismo que expresa subjetividad y connotación. La fotografía, como la poesía, usa imágenes reales para sugerir y expresar emociones interiores.
-¿Qué desafíos enfrentaste al intentar capturar la esencia del surrealismo lorquiano a través de la fotografía?
Fundamentalmente lo más complicado fue partir de las impresionantes imágenes que García Lorca es capaz de crear con las palabras y llevar la interpretación a las imágenes visuales. El imaginario lorquiano es fascinante, insuperable; ante esto, el desafío es enorme. Aúna sí, cada una de mis fotografías intentan acercarse a sus imágenes, a sus referencias y sobre todo a los contenidos aludidos.
–Tu proyecto Velada dualidad pareciera brotar del subconsciente, con imágenes complejas y fragmentarias. ¿Por qué mejor ofrecer una narración abierta?
Así es; son imágenes que se relacionan de dos en dos para complicar o enriquecer el discurso. Creo que con la fotografía se logra llegar al inconsciente del púbico con tanta facilidad con que García Lorca lo hace con las palabras. No mostrar al espectador las cosas de forma sencilla hace que éste se esfuerce en relacionar y encontrar mensajes, y sobre todo, que se proyecte desde sus propias emociones.
–Has elegido diversos símbolos como el caballo, la máscara. ¿Son ellas quienes te permiten difuminar el sentido entre lo real y lo irreal?
Estos son símbolos lorquianos; símbolos que usa incansablemente en sus obras y que se relacionan con ideas sobre la virilidad, la identidad camuflada, etc. Yo he querido mostrar esos símbolos desde mi posición y mi perspectiva, haciendo un guiño a García Lorca, y a su forma de pensar lo real vs irreal, pero sobre todo queriendo mostrar sus ideas como una forma de libertad representativa que inconscientemente permita al espectador entenderlas también desde su punto de vista.
-¿Te permite la obra además de realizar una explicación de identidad individual realizar una crítica abierta a las construcciones sociales restrictivas?
Yo creo que como hace García Lorca, esta retórica no es una forma de lucha, ni una reivindicación; sino que es una forma de libertad. Una manera eficaz de expresar desde lo artístico, ya sea poesía o fotografía, aquello que late en el interior de las personas. Por eso, acercarse a las formas de expresión surrealista lorquiana, es una manera de posicionarse en lo retórico como forma de expresión cargada de belleza y libertad.

Lo físico y lo espiritual, la represión y la libertad o la identidad en constante evolución y esa naturaleza mutable, lo oculto y lo visible, lo real y lo irreal...
De esta manera, los artistas Rafael Peralbo Cano, Jesús Montoya Herrera y Francisco José Sánchez Montalbán exploran, a través de sus disciplinas –escultura, fotografía y arte conceptual–, las tensiones entre el individuo, la identidad, el deseo y la represión, temas fundamentales en la obra lorquiana a través de aquella obra de García Lorca «El Público». Además, coinciden en que el surrealismo lorquiano les ha permitido desafiar las convenciones tradicionales del arte y explorar temas en profundidad, como por ejemplo, la identidad fragmentada.
Un homenaje a lorca y al surrealismo, pero además, un medio de expresión de inquietudes contemporáneas sobre la identidad, la libertad o la lucha contra las restricciones impuestas por la sociedad. Una exposición en Puente Genil, que refleja ese cruce de miradas y pretende cruzarse con aquella mirada con un claro mensaje de resistencia y libertad creativa.

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