Espina
Acercase hacia donde la punción
se convierte en dolor.
Duele. Duele.
“Ya estás aquí”, le digo.
responde con otro pinchazo.
Un puñal atravesándome.
Esta vez no logro diferenciar
la hendidura del borde de la hoja afilada.
No importa. Duele. Duele.
Soy espina contra mí.
Gema Albornoz [Leer en La poesía no muerde]
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