
Lávate las manos
con un jabón de brea
para que cuando toques mi herida
no la infectes y dejes tu esencia.
Moja mi lastimadura con agua
y jabón muy suave.
Retira los restos de suciedad
como sólo tus manos saben,
con sumo cuidado y decisión.
Sécalas con contundencia
como esferas de algodón.
Ponme una tirita donde más duela.
Y decide de una vez.
Deja que me desangre.
O bésame.
Gema Albornoz.
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La amenaza final, dura y dulce, me ha encantado.
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Un final con dos filos y encima a elegir. 😉
Un abrazo, Natalia.
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No, no; no solo se salva el final. Igual no me he explicado bien. ¡El final es que es apoteósico! Muy… yo mismo. 😀
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Entonces ¡perfecto! :))
¡Muchas gracias!
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Que te bese, a qué espera, que te bese
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Imagino que en ese final quien se encuentre en ese papel estaría decidiendo qué hacer o ya habría hecho algo.
Tampoco sé qué. Ahí dejé esos versos. 😉
Un abrazo.
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