
Me limpio la boca con una mano,
con un pañuelo blanco quito trozos y extractos.
De una realidad cruel que pide más caldo.
Me muerdo la lengua hasta que no duelan
las palabras que horrorizadas, mudas se quedan
mientras degüellan, tú a tragaderas.
¡Qué crédulas! Pensar que hablando
se entiende la gente y da resultado.
¡Ni que fuésemos animales civilizados!
Gema Albornoz
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En ocasiones y según con quién hablar puede ser peor que callar.
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Muy cierto. Puede ser, pero en algún momento saldrán esas palabras horrorizadas, aunque tomen otras formas.
Un abrazo, Eva.
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Si las palabras pudieran quitar la maldad no dejaría letra sin decir. Pero a veces… no hay consuelo.
Un abrazo gigante, mi querida Gema.
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Así es…Ni hay consuelo ni hay forma de que salgan…
Un abrazo gigante, mi querida amiga.
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Cuánto duelen a veces las palabras! Y cuánto reconfortan! Y cuanto enmudecen! Benditas y malditas.
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Tenemos todo un universo de palabras en ella, pudiendo ser bendición o maldición, como dices.
Un abrazo, Natalia.
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