Un río de sangre corre
desde mi brazo hasta el tuyo.
Mojas el dedo en él
para testar la androginia
de mis pensamientos.
Un río de lágrimas
es cascada entre mis ojos
y tus mejillas.
Sigue un estereotipo
donde siempre quedas por encima.
Un mar de micromachismos
en los que caer,
sin querer zambullirme.
Forman un agujero negro
por donde tiro toda la sangre
—y las lágrimas—
que me extirpo del hueso.
Un hueso que es arma
en su taxonomía
y veneno
—cuando se apura sorbiéndolo.
Raspo hasta su parte más esponjosa.
Raspo arañando la médula.
Raspo haciendo cavidades con mis uñas.
Las clavo haciéndolas irrompibles
al bañarlas en mi propia sangre.
a través de En el hueso — Arte y denuncia
Denunciar siempre, aunque a veces nos miren como a locas. Esos micromachismos de los que hablas y que tanto daño hacen, son en ocasiones disculpados, pero son los que propician y sustentan el edificio que deberíamos derribar entre todas. ¡Un abrazo, Gema!
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Es cierto, me impactó tanto esa frase de «El machismo está en el hueso» que me hizo pensar durante días sobre cómo lo expresaría yo, tuve esa sensación, la de tenerlo incrustado en el hueso. Inconscientemente, lo único que pensaba era en dejarme las uñas raspándolo.
Muchas gracias por tu comentario, es una gran aportación.
Un abrazo.
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Lo intentaremos, pero hay tanto que rascar… 😉 ¡Un abrazo, Gema!
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